Capítulo 1. Cuentos de hadas.

Cuentos de hadas.

Sé cuánto te hice sufrir. No fingiré que me arrepiento, pues el dolor era mi único camino para llegar a ti, pero la noche que miré en tus ojos supe que no estaba en tu corazón permanecer furioso para siempre. Es por el daño que te causé que me consta que tu perdón fue inmenso como el universo.

 

Falcó de Alanzell y la compañía de demonios llegaron al precioso puerto de mármol de La Savina, en Formentera Prodigiosa, donde los esperaba el navío que los llevaría a Mahón. Bordiol quería aprovechar el viaje para transportar algunas mercancías, que ya habían sido cargadas en su mayor parte, y el jefe de los estibadores esperaba al comandante del navío para acabar de colocar la carga con su visto bueno.

Era un placer para Falcó contemplar aquella belleza flotante. La vela de seda era de color naranja, en contraste con la bandera de fondo azul con el hipogrifo rampante. Era una nave de cincuenta remos, con un elevado castillo de proa, el maderamen de la popa magníficamente tallado, y bellos asientos almohadillados de terciopelo carmesí. Falcó observó el orgulloso mascarón de proa, que tenía la forma de una doncella diablesa que enarbolaba una espada, apuntando con ella hacia delante, como indicando el camino a seguir. El rostro del mascarón se asemejaba mucho al de Jasíone, y cuando Xipell le señaló el nombre del barco que figuraba junto al mascarón, tallado con el ornamentado estilo que tanto gustaba a los demonios, Falcó ya no tuvo ninguna duda de quién había inspirado al escultor: la nave llevaba el nombre de Jasíone. Ésta, tras dejar el caballo en manos de los palafreneros, se dirigió hacia ellos con una sonrisa radiante.

—No sabes cuánto me alegro de que finalmente Cárritx quisiera aprovechar el viaje para reforzar la armería de Adonis y llevarle algunos caprichos.

—¿Te gusta mucho navegar?

—Ahora verás qué hermoso es mi mundo desde la mar.

—Quizás tendrás ocasión de comprobar que también es un mundo más peligroso que el que estás acostumbrado a habitar —dijo Xipell—. No sé si lo has advertido, pero a este lado del Muro Mágico todo es…

—Sí, sí —dijo Falcó, haciendo exagerados aspavientos—, ¡todo es más extraordinario! ¿Los cuentos de hadas también?

Y Jasíone, risueña, lo tomó por el brazo, acompañándolo hacia la rampa. El Jasíone zarpó entre aplausos y el vuelo de los pañuelos de la gente que se había congregado en el muelle para despedirlos.

Cuando ya pasaban junto a S’Espalmador, donde se abría el estrecho entre éste y la tierra firme, Jasíone fue a popa con Falcó y Xipell, para contemplar la fortaleza de S’Estanyol en la parte más alta, y entonces toda la costa noroccidental de Formentera, desde S’Espalmador hasta la Punta de Sa Gavina, pasando por la larga Punta de Es Trucadors, con todas las pequeñas islas e islotes que se arrimaban, y el Estrotoroi de Sa Boca, que cerraba el Estany del Peix y llegaba casi hasta el Puerto de La Savina.

De pronto, Falcó se giró levemente hacia su izquierda: allí, a su espalda, se había acercado Bordiol como lo hubiera hecho un espíritu, sin ningún ruido, y Falcó tan sólo había advertido su presencia al oler la esencia de malabatro con que solía perfumar sus rizos rubios. Como un amante que contempla a su amada, así contemplaba el señor Bordiol a Formentera que se escondía en la mar.

(Hasta mañana… 🙂 )

(Nota del editor: los links que veréis en cada capítulo os llevarán al lugar real donde la autora sitúa la acción, en su imaginación. También hay links desde los nombres de los personajes. Eso es porque Joana Pol usa nombres de plantas y flores de las Islas Baleares para sus personajes. Si queréis ver cómo es la planta o la flor de cada personaje, no tenéis más que seguir el link).

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